Muchas veces es el dolor el que une a las personas. Es lo que está pasando en Abruzzo, donde los familiares de los 28 jóvenes que fallecieron en el derrumbe de la Residencia del Estudiante han recibido una oferta de ayuda por los padres de otras víctimas del terremoto, el seísmo que en 2002 destruyó una escuela de San Giuliano de Puglia, en Molise, y mató a 26 niños y a su maestra. Hoy como entonces, los culpables son los constructores que han edificado sin respetar las normas antisísmicas en dos zonas de alto riesgo y las autoridades que no han vigilado.
“Tras siete años – han declarado Antonio Morelli, presidente de la Asociación Víctimas del Terremoto de San Giuliano de Puglia, dirigiéndose a los padres de los jóvenes estudiantes – nuestra batalla legal aun no ha acabado. El camino, para aclarar la verdad sobre lo que ha ocurrido, es largo y lleno de trampas pero nosotros podemos ofreceros nuestra experiencia”. La Asociación para las Víctimas de la Residencia del Estudiante” debería nacer en los próximos días con el objetivo de impulsar la investigación que aclare por qué nadie, ni el Ayuntamiento, ni la región Abruzzo, se encargó de la reestructuración de un edificio público, habilitado al alojamiento de los estudiantes y que presentaba evidentes fallos en la estructura.
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